La novela más reciente del escritor español Eduardo Mendicutti, Furias divinas cuenta la historia de un grupo muy variopinto de drag queens que por la
crisis económica en que está sumida España se encuentran desempleados y deciden
emprender la aventura de un nuevo centro nocturno, el Garbo, donde cada uno da
su show de acuerdo con su temperamento y su intrepidez. Así, en La Algaida, un
pueblo andaluz que se ha convertido en el escenario mítico de las novelas de
Mendicutti, el grupo escandaliza en el escenario del Garbo pero también pronto
emprenderán una incursión revolucionaria para reivindicar a los marginados. Y
es que un día se enteran que habrá una gran fiesta llamada pomposamente “Baile
de las diademas” ofrecida por una antigua marquesa y eso les parece ofensivo:
mientras algunos no tienen trabajo o hasta son echados a la calle de sus casas,
a otros la crisis no les ha modificado sus ostentosas tradiciones.
En Furias divinas, Mendicutti reivindica
a las locas osadas que nos dieron visibilidad y nombre en este mundo, que con
su osadía política, su desparpajo organizado, su espíritu revolucionario
hicieron que hoy en día todos cuanto quieran puedan salir a las calles sin
temor alguno, tomados de las manos o besándose en plena avenida. Ese espíritu
combativo que algunos ya no vieron o que han olvidado, encuentra su lugar en
las páginas de Furias divinas, porque
sigue siendo tan actual como en los años sesenta y setenta, porque en todo
momento hay que tomar una postura política, porque hay que reivindicar nuestra
sexualidad en cada momento y en cada acto (por eso los homosexuales mexicanos
que salían en las primeras marchas gays tenían una consigna: “¡No hay libertad
política sino hay libertad sexual!”).
Uno de los rasgos característicos en las novelas de Mendicutti es su
gran sentido del humor, es por eso que la hilarante Furias divinas me recuerda a otras novelas suyas como Siete contra Georgia, Una mala noche la tiene cualquiera y Ganas de hablar. Porque en Furias divinas los personajes (la
Divina, la Marlon-Marlén, la Furiosa, la Canelita y la Tigresa de Manaos) van
contándose sus penas y aventuras mientras organizan el asalto a la lujosa
fiesta, pues justo el humor de Mendicutti reside en su grandiosa habilidad con
el lenguaje, como un río incontenible de disparates y sin sentidos que vuelven
a toda esa caterva de locas maravillosas, intrépidas, osadas, en unos
personajes realmente entrañables.