Los Contemporáneos en El Universal, introducción de Vicente Quirarte, investigación hemerográfica de Horacio Acosta Rojas y Viveka González Duncan, FCE / El Universal, México, 2016.
Los escritores de la
generación conocida como Contemporáneos son muy citados y mencionados en los
anales de la literatura mexicana del siglo XX y es por eso que se tiene la
impresión de que han sido lo suficientemente leídos y estudiados. Lo cierto,
sin embargo, es que a pesar de la abundante bibliografía que existe, de los
numerosos estudios y de las ediciones de sus obras, todos los integrantes de
esa generación sólo han sido publicados y estudiados a medias. Como sucede con
prácticamente todos los escritores que alcanzan la categoría de “clásicos”, son
más homenajeados y admirados que leídos.
En ese
sentido, una figura tan relevante como la de Antonieta Rivas Mercado goza hoy
en día de mucha popularidad gracias a dos biografías suyas A la sombra del ángel, de Kathryn S. Blair, y Antonieta, de Fabienne Bradu, así como a una ópera, Antonieta, un ángel caído, de Federico
Ibarra, y a una obra de teatro, Cita en Notre
Dame, de Roxana Andrade y Vicente Ferrer. Desde hace un tiempo, Antonieta
vive un fenómeno parecido al de Frida Kahlo y sor Juana Inés de la Cruz: sus
atormentadas vidas despiertan mucho interés, son objeto de montajes y
biografías que las trivializan pues se sustentan en interpretaciones parciales
y hasta fallidas, principalmente porque muy pocos se han dedicado a leer con
atención sus obras literarias (o, en el caso de Frida, sus Escritos, publicados por Lumen en 2007). Así que la atribulada vida
de Rivas Mercado causa mayor atracción que su obra literaria pues, por si fuera
poco, ésta no ha sido publicada en muchísimo tiempo: la última edición que se
publicó fue una preparada por Luis Mario Schneider en 1981; edición, que además,
hay que decirlo, es muy deficiente pues Schneider mutiló y alteró los
originales.
Otro caso semejante es el de la obra de Xavier
Villaurrutia cuyo tomo de sus Obras
apareció en 1966, hace exactamente 50 años, tiempo en el que han aparecido
otros textos del poeta que muestran su veta como crítico de cine, algunos poemas
y epigramas inéditos, y otros ensayos sueltos que en su momento no fueron
recogidos en ese tomo. Y lo mismo puede decirse de los tomos de las obras que
conocemos de Gilberto Owen en las que faltan la mayoría de las fabulosas cartas
de amor que le escribió a Clementina Otero y otros textos que han localizado
algunos investigadores, entre ellos, el propio Vicente Quirarte; las de Jaime
Torres Bodet, pues las que él mismo compiló como Obras escogidas (Fondo de Cultura Económica, 1961) son apenas un
mínimo porcentaje de lo que realmente escribió; o en el caso de Elías Nandino,
cuya obra poética aún está por leerse completa.
A esa lectura parcial y desinformada de la generación
vanguardista viene ahora a abonar el reciente libro Los Contemporáneos en El Universal (Fondo de Cultura Económica, 2016) que reúne algunos de los textos
que Jorge Cuesta, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet y Xavier Villaurrutia
publicaron en ese rotativo que en octubre pasado cumplió 100 años de vida
periodística. Y es que sucede que, por una parte, la mayoría de los textos
reunidos en este libro ya se conocen pues se encuentran compilados, por
ejemplo, en las obras de Jorge Cuesta y Jaime Torres Bodet. Y, por otro lado,
se hacen muy evidentes los textos faltantes: es el caso de uno de Salvador Novo
con el que entró al final de la polémica “La virilidad en la literatura
mexicana” (“Algunas verdades acerca de la literatura mexicana actual”, El Universal Ilustrado, 19 de febrero de
1925) o también los textos que el mismo Novo leyó en la apertura y el polémico
cierre del Teatro de Ulises (“Cómo se fundó y qué significa El Teatro de
Ulises. Una conferencia preliminar de Salvador Novo”, El Universal Ilustrado, 17 de mayo de 1928; y “Punto Final”, El Universal Ilustrado, 14 de junio de
1928, respectivamente). En el caso de los hallazgos, como el caso de un ensayo
de Villaurrutia, son tan pocos que se pierden en el monte de paja de lo ya
conocido.
Sin
embargo, la omisión más grave y notoria en Los
Contemporáneos en El Universal sin duda es José Gorostiza. Quirarte, en su
extensa presentación, en la que se encuentran parafraseadas algunas líneas de
su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, no explica el
porqué de esta ausencia tan evidente. Gorostiza debió figurar en este libro por
la sencilla razón de que tuvo una columna llamada “Torre de señales” en El Universal Ilustrado entre finales de
1930 y principios de 1931, textos que también ya han sido recogidos por Miguel
Capistrán en la Prosa (1969;
Conaculta, 1995). La omisión tal vez no sea deliberada pues el gran poeta que
ciertamente fue Gorostiza ensombrece su vertiente como crítico puntual y atento
a los temas que interesaban a los Contemporáneos (la poesía pura, las novelas
poéticas…).
Así, la
investigación emprendida para publicar Los
Contemporáneos en El Universal hubiera rendido mejores frutos si sirviera
para alimentar todas las obras de los integrantes de Contemporáneos en una
edición decorosa que los volviera a poner en las librerías y así hacerlos
legibles de nuevo. De otra manera, este tipo de libros se convierten en libros
totalmente prescindibles.