viernes, 21 de septiembre de 2007

Eclipse sobre Montevideo

Alfredo Fressia, Eclipse. Cierta poesía 1973-2003, Alforja / Conaculta-Fonca, Col. Azor, México, 2006, 142 pp.

Por primera vez se publica en México una muestra de la obra poética de Alfredo Fressia (Montevideo, Uruguay, 1948) bajo el título de Eclipse. Cierta poesía 1973-2003. A lo largo de estos treinta años, se pueden percibir los varios temas que atraviesan los poemas de Fressia. Eclipse está dividido en cinco secciones que dan muestra de esta poesía llevada a cabo discretamente en un lapso de tres décadas: “Cuarenta poemas”, “El Uruguay y El Plata”, “El futuro”, el poema “Obediencia” y su más reciente producción “Eclipse” del año 2003 que presta su nombre para titular esta compilación.

En todos y cada uno hay un homoerotismo latente que se hace más evidente en el largo e intenso poema “Obediencia”. Allí Fressia remite al lector a uno de sus primeros cuarenta poemas con los que se abre el libro: “Bello Amor”, en el que ya habla del “memorial de hombres que me amaron”. Fressia escribió un poema como “Obediencia” con intensidad, una fiereza que le da un tono desapasionado gracias al cual pareciera que los amantes furtivos acaban despedazándose mutuamente. En la poesía homoerótica de Fressia no hay concesiones para el amor. Por su parte, en Eclipse, su más reciente poemario, la metáfora lleva a una poética regida por un tiempo (por el Tiempo, mejor dicho), en el que Fressia va cayendo al tomar conciencia de que los momentos más gloriosos pasan fugaces.

Pero es en “El Uruguay y El plata” y en “El futuro” donde Montevideo aparece como la ciudad que Fressia lleva a cuestas a donde quiera que vaya. Aunque la dictadura militar en Uruguay duró poco más de una década, desde entonces Fressia decidió instalarse en Sao Paulo y sólo regresar a su ciudad natal esporádicamente, y así ya han pasado poco más de tres décadas. Es aquí, pues, donde el poeta uruguayo pone lo mejor de sí, escribe con una seguridad inquebrantable que le permite la parodia, la sorna y, sin embargo, sale muy bien librado.

Se podría decir que la poesía escrita en el exilio tiene ciertos rasgos en común, independientemente de la nacionalidad del desterrado. Los escritores exiliados suelen exaltar, con esa añoranza que les da la distancia y el tiempo, la tierra dejada intempestivamente (además la lengua y el otro yo que se deja en aquél lugar). Así, la obra poética de Fressia no es la excepción cuando se trata de evocar el lugar abandonado no por voluntad propia. Sin embargo, en la mayoría de los poemas de Fressia, Montevideo en particular, y el Uruguay todo, es tratado con una ironía demoledora, la ciudad es motivo de escarnio y no como el idilio perdido (visión común entre los desterrados), según puede apreciarse en este poemita en prosa:

    Hay que tener mucho cuidado para hablar de Montevideo porque es una ciudad de dolor. En Montevideo siempre se sufre un poco más que en el resto del mundo.

Luego, si se toma muy en cuenta que el deporte nacional de los uruguayos es maldecir todo lo del Uruguay, según se dice coloquialmente en aquél país, entonces se entenderá el tono malicioso con que están escritos muchos de los poemas reunidos en Eclipse. Cierta poesía 1973-2003. Esto quizá se deba a que en algunos países del cono sur, no tienen esa filiación nacionalista como la tenemos, por ejemplo, los mexicanos, debida a la carencia de raíces prehispánicas que exaltar:

    Montevideo era un puesto militar de avanzado en el Río de la Plata y nació sin nombre: Monte VI de Este a Oeste. San Felipe se había adormecido y Santiago tuvo un sobresalto. Entonces Montevideo conoció el tedio y la guerra—innombrables—y ya nunca tuvo calma.

De tal manera que si los mismos montevideanos reconocen esta carencia, entonces resultará curioso (y hasta legítimo), que un poeta como el brasileño Murilo Mendes, advierta esa no-identidad nacional en un poema y de entrada diga que “El Uruguay es un bello país de América del sur limitado al norte por Lautreamont, al sur por Laforgue, al este por Supervielle. El país no tiene oeste”. Lautremont, Jules Laforgue y Jules Supervielle, los poetas en lengua francesa nacidos en Uruguay, quienes pronto abandonarían su país natal, su lengua y nunca se sentirían uruguayos, son la muestra más fehaciente del sentir uruguayo.

Fressia es felizmente un incómodo, un eclipse sobre Montevideo porque, como lo recuerda continuamente, en Montevideo el pasado, el presente, el futuro y toda la eternidad pueden, o no, suceder en un mismo instante de manera tal que allí “siempre se sufre un poco más que en el resto del mundo”.

* Publicada en la revista Alforja, Núm. 40, primavera de 2007.