La
reciente película La chica danesa está
basada en la novela de David Ebershoff, originalmente publicada en inglés en
2000. A su vez, la novela es una recreación libre a partir de los diarios y la correspondencia
que escribió Lili Eben y en los que cuenta la lucha que significó para ella
dejar atrás la vida del pintor Einar Wegener para poder convertirse en la mujer
que realmente era por dentro. De manera, que La chica danesa no es propiamente una
biografía, como lo aclara Ebershoff en una nota final. Es, para decirlo
sencillamente, una versión personal de la historia: “El lector no deberá buscar
en esta novela una biografía detallada de la vida de Einar Wegener, y ningún
otro de sus personajes guarda la menor relación con cualquier persona real,
viva o muerta”, precisa Ebershoff.
Mientras
la película se centra en la trama y en recrear los pantanosos paisajes daneses
en los que creció Einar, en su novela Ebershoff se esmera en transmitir las
emociones y sentimientos de los personajes: por ejemplo, las reticencias que
Greta tiene cuando Einar empieza a vestirse como Lili, la opinión desfavorable
que el propio Einar tiene de las pinturas de Greta, antes del éxito que tiene
al retratar a Lili, o la repulsión que tiene Einar al ver su pene cuando se
cambia para salir de un balneario parisino para mujeres y en el que ha pasado
toda la mañana. Es decir, todo eso que no se puedo ver en la pantalla. Así,
película y novela se complementan pues, sin duda, a quienes ya vieron la cinta
protagonizada por Eddie Redmayne, ahora la novela les dirá un poco más de lo
que realmente pensaban, sentían y se decían para crear un lazo tan estrecho al
grado de que Greta sostuvo y ayudó a Lili en su transformación.
La chica danesa, de David Ebershoff, es una
novela apasionada y conmovedora porque, a diferencia de la película (donde
aparece una Lili tímida y a veces a expensas de las decisiones de Greta),
presenta a Lili Eben como un personaje entrañable, con todos sus conflictos
internos y luego determinada a hacer todo lo posible para cambiar de sexo, saltando
los obstáculos de la medicina que en ese momento veía su disforia de género
como un enfermedad. Pero también con la valentía al someterse a un experimento
si se toma en cuenta que la medicina a mediados de los años veinte estaba en
pañales para hacer una operación de reasignación de sexo y, no obstante, aún
así Lili Eben se convirtió en la primera mujer transexual del mundo.