lunes, 30 de mayo de 2016

Fabián y el caos


Pedro Juan Gutiérrez, Fabián y el caos, Anagrama, 2015.

La novela más reciente del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez, Fabián y el caos cuenta la historia de dos personajes tan antagonistas pero a la vez complementarios entre sí: Fabián y Pedro Juan, una especie de doble del autor. El primero es un pianista homosexual, hijo único de un matrimonio de españoles llegados a la isla caribeña con la esperanza de una mejor vida, y el segundo es un heterosexual mujeriego que siempre huye de los compromisos matrimoniales a los que quieren obligarlo porque su máxima en la vida es “no detenerse”. Los dos coinciden en la secundaria y luego de presenciar una escena en la que Pedro Juan da muestras de su virilidad, Fabián cae perdidamente enamorado de su impetuoso compañero.
En el imaginario colectivo tenemos siempre presente una imagen de la homosexualidad en los años setenta: la de los jóvenes rebeldes con abundante bigote, vistiendo pantalones de mezclilla, playeras blancas que marcan el brazo fornido, mientras caminan despreocupadamente por la calle; en suma, los años del movimiento de liberación gay. Esa imagen, sin embargo, no se repetía en las calles de Cuba pues pronto a casi toda actitud se le consideró “desviación ideológica”. Pedro Juan es la furia mientras que Fabián es la oscuridad: Fabián vive en un ambiente cerrado, en una casa cuya decadencia aún guarda un aire de su antigua aristocracia y con unos padres sempiternos que lo perdieron todo con la revolución cubana, si bien el autor yerra al repetir la idea de la madre sobreprotectora que vuelve gay a su hijo; por su parte, Pedro Juan vive libre, sin ataduras, siempre transgrediendo las normas que quieren atarle las alas.
Por un momento Fabián vive en su ambiente, rodeado de música clásica, y allá, a lo lejos, resuena el caos y el bullicio de la gente (de allí el título de la novela). En principio Fabián se salva de hacer el servicio militar obligatorio y encuentra un refugio en el Conservatorio de su ciudad, Matanzas. Pero las cosas cambian intempestivamente y no se salvará de se enviado después a una fábrica de carne de cerdo, ¿por qué motivo? Simplemente porque su vida cultural no iba acorde con los ideales revolucionarios. En la fábrica, Fabián es tratado como un inútil y el lugar semeja más a un campo de trabajos forzados que a un espacio para trabajar plácidamente. Y allí, entre mataderos de cerdos y grandes contenedores de aceite hirviendo, Fabián y Pedro Juan se reencuentran, aunque las cosas ya son muy distintas para cada uno. Las medidas fueron iguales para todos, jóvenes tanto homosexuales como heterosexuales, y su sexualidad se vio limitada, pero uno es más débil para enfrentarlas y el otro tiene el impulso para saltárselas y, en general, se las ingenia de alguna manera para vivir entre tantas adversidades.

El autor va introduciendo poco a poco el ambiente en el que viven: la corrupción generalizada, las libertades restringidas, la creciente pobreza, las carencias en todos los ámbitos y la exclusión social para quienes no comulgaban con los ideales de la revolución. Fabián y el caos es una estremecedora y a la vez emotiva novela, espléndidamente bien escrita, con sus dosis de humor gracias al habla de los cubanos y su característica dosis de realismo sucio (uno de los rasgos por el que es reconocido Pedro Juan Gutiérrez). Es, sobre todo, una deslumbrante novela que recrea un momento crucial para la juventud cubana, para que no olvidemos que en otros lados las libertades y los derechos no se consiguieron con tanta facilidad, para que no olvidemos que en otros tiempos y en otros lados las cosas no fueron tan fáciles para la diversidad sexual.